jueves, 17 de enero de 2008

LA ÉTICA EN LA FUNCIÓN PÚBLICA


No importa nuesta ideología política. Hay ejemplos que traspasan los partidos polìticos y aún las naciones. Hay comportamientos, actitudes, conductas que merecen ser rescatadas.

Hace veinticinco años moría un presidente honesto: Don Arturo Umberto Illia.

Cuando decidió servir al prójimo a través de su profesión de médico, ese arte destinado a salvar vidas, el entonces presidente Hipólito Yrigoyen le señaló un pueblito cordobés: Cruz del Eje (muchos años después, la cuna de una voz prodigiosa: Jairo). Allí se dirigió Arturo, quien pasó a llamarse: "el apóstol de los pobres", porque atendía gratis a los más necesitados y aún pagaba sus remedios.

Luego de años de militancia en la Unión Cívica Radical, paralelamente al ejercicio de su "apostolado", llegó (con el antecendente de haber sido vicegobernador de Córdoba en épocas de Amadeo Sabattini) a la Presidencia de la Nación, en 1963.

No llegó con muchos votos. Eran tiempos de negativas irreductibles: el peronismo estaba proscripto. Pero llegó para cumplir con la Constitución Nacional y con la ley. Épocas difíciles (cuáles no?). Podríamos hablar del aumento del producto bruto interno, de la anulación de los contratos petroleros firmados por la gestión Frondizi (a favor o en contra), del aumento del presupuesto en educación, de la absoluta libertad de prensa que aún servía para la burla de un mandatario republicano a quien se tildaba de "tortuga", de la nueva legislación de medicamentos (que invadía territorios privilegiados), del levantamiento de la proscripción del peronismo (aunque fue presionado para que no dejara entrar a Perón al país), de su derrocamiento (resistido con dignidad y paz). Pero la gestión, la política, los hechos no nos importan tanto, aunque de por sí son muy valiosos también. Nos importa el hombre: con pinta de viejito bueno (como lo era, aunque con su carácter!!), flaquito y canoso. Ese, que iba por la calle hablando con la gente, que renunció a su jubilación de presidente, que siguió trabajando de médico, que tenía una sola casa que le fue donada por los vecinos de Cruz del Eje.

Mi suegro, que vivía en Martínez, me contaba que , cuando don Arturo andaba por la zona, tomaba el tren, caminaba por la vereda y hasta saludaba primero!!!

Repito: no importa nuestra ideología. Este no es un sitio partidario. Pero en épocas en que la política está tan "manoseada" y cuesta encontrar ejemplos, creo oportuno recordar a este presidente honesto, humilde. Un hombre común. Un gran argentino.

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